Cerca de 15 mil personas asistieron al festival salsero organizado por Life Music Entertaiment. Eddie Palmieri fue el artista más esperado por los salseros bravos.
El frío y la salsa no son una buena combinación. Pero por ver a Eddie Palmieri, gozar con la Sonora Ponceña o admirar a Charlie Aponte, el sacrificio podría valer la pena. Ahora ¿qué pasa cuando ese esfuerzo es lastimado con aspectos que no tienen nada que ver con la entrega del artista?
Por ejemplo, el maestro Eddie Palmieri fue recibido con aplausos por su gente. ‘Pa la Ocha tambó’ desató la histeria de una comunidad que es incomprendida por las radios comerciales. Esos primeros minutos fueron de total felicidad. Pero al rato, el lenguaje no verbal entre Palmieri y su bajista Luques Curtis reveló que algo estaba fallando.
El piano del maestro no respondía a la altura. Minutos después, Eddie diría: «si no puedo tocar bien para ustedes es un sufrimiento para mi alma…», como adelantando que era imposible solucionar el problema. Su público lo entendió y no dejó de corear su nombre.
Unas horas antes, a Charlie Aponte le había jugado una mala pasada el sonido, pero él salió airoso improvisando mientras se solucionaba el percance en uno de sus músicos.
Las pausas entre una y otra orquesta fueron sin música de fondo. Y sin ese pequeño detalle lo único que se oía era la voz de algún vendedor ofreciendo pan con chorizo. ¿Por qué no se pensó en eso?
Para el bloque internacional subieron a la tarima dos animadores de Radiomar que no dieron la talla. Con los ya desgastados mensajes de ¿dónde están las mujeres solteras? y con bromas de corte homófobo intentaron entretener a una multitud que terminó pifiándolos. Mientras tanto, en el backstage estaba Néstor Galán ‘El Búho Loco’, reconocido locutor y animador de la emisora Z93 de Puerto Rico, tomándose fotos con los artistas.
Decibeles de cariño
Quienes extendieron su sacrificio hasta la llegada de Los Van Van -después de las 4.20 a.m.- fueron testigos de cómo el Jockey les cortó parcialmente la energía al escenario y el sonido redujo su potencia a una mínima expresión. Vanessa Formell y esa picardía tan cubana que hace una fiesta de los problemas diría en medio de un pregón: «No Jockey, no Jockey…». Muchos vanvaneros han dicho que esto fue una enorme falta de respeto.
Ese mismo público también fue testigo de cómo los miembros de la empresa 911 abandonaron sus puestos a esa hora. Felizmente, no ocurrió ningún incidente violento. Felizmente. La zona platinum se alborotó con el songo de Los Van Van. ‘Aquí el que baila gana’, ‘Qué sorpresa’, ‘Después de todo’ y ‘Anda ven y quiéreme’ sonaron solo con decibeles de cariño. He ahí lo de la entrega del artista.
Adoración a Palmieri
Si hay un artista salsero que provoca una emoción intensa en su gente, ese es Palmieri. ‘Muñeca’, ‘Adoración’, ‘Óyelo que te conviene’ nos transportan a la mejor época de la salsa, cuando los solos en cada instrumento eran vitales. Y la fuerza de sus vientos nos dejan sin aliento. El trombonista Jimmy Bosch se luce. Lo mismo Nelson Gazú y su trompeta. El Pequeño Johnny es un gigante en las congas. Lo mismo el timbalero Camilo Molina. Herman Olivera, en lo suyo, pura elegancia, soneo con aires de espiritualidad. ¡Elegua sí escucha su canto!
El cierre fue con ‘Comparsa’. Su gente extasiada. Hasta el jefe de logística y salsero por convicción, Rubén Varillas, sacó sus maracas y, a un lado de la tarima, se puso a gozar.
Incansable Charlie
Hasta hoy muchos no asimilan la condición de solista de Charlie Aponte. Pero dio gusto verlo activo. Fue el primer internacional de la noche. ‘Se me fue’, ‘Brujerías’, ‘Aguacero’ y ‘Esos ojitos negros’ nos devolvieron al Charlie de El Gran Combo. ‘Arroz con habichuelas’, obra del cubano Juan José Hernández, arrancó los aplausos. Y más aplausos la agilidad coreográfica de Charlie. En los coros y complicidad, Carlos García. Pura eficiencia.
Señora Ley
Tito Nieves no es más el Gordito de Oro. Su look de hoy es otro. Su voz sí es la de siempre. Su repertorio de salsa romántica también. Ingresó a la tarima con el tema ‘Más que tu amigo’. Luego se dio tiempo para presentar a su novia a quien dedicó ‘El amor más bonito’. También saludó a Pablo Villanueva ‘Melcochita’ por su cumpleaños 83. «Hemos caminado juntos Nueva York», le llegó a decir y le recordó que le tenía mucho respeto a su trayectoria. En otro momento, le prometió a la orquesta peruana Mambelé grabar un tema con ellos.
Otros temas que interpretó fueron ‘La almohada’, ‘De mí enamórate’ y ‘Sonámbulo’. En varios pasajes de su actuación no dudó en destacar su afecto al Perú. A nosotros nos encantó verlo con buena salud. Recordemos que hace algunos meses tuvo una delicada operación al corazón.
Jerry, Victor y Alberto
Emoción de las jovencitas por Jerry y sus éxitos de los años 90′. ¿Abusó del medley? El asunto es que las muchachas parece que quedaron satisfechas. Un trompeta y un trombón resolvieron los vientos aunque más protagonismo tuvo su guitarrista. Salsa romántica que en su momento tuvo el poder de la difusión. ‘Amores como el nuestro’ y ‘Qué hay de malo’. No hay soneos, pero tiene seguidores. Eso también es salsa. Y eso es así, como diría Jerry.
Turno para Víctor Manuelle. Motivación audiovisual en la previa. El hombre se adueña de la tarima. Dicción y potencia. Meneo e histeria de las chicas. Desde su clásico ‘Apiádate de mí’ hasta el tema ‘Dile a ella’, el artista ofreció pinceladas de su trayectoria musical. Pero no escatimó en coquetear con el reguetón e interpretar ‘Mala y peligrosa’, tema que grabó con Bud Bunny. Sus seguidores lo aplaudieron todo el tiempo.
Lo de Alberto Barros fue una propuesta de fiesta salsera llena de cover. Temas que popularizaron Polo Montañez, Gali Galiano, Celia Cruz, Marc Anthony, el Grupo Niche o Los Titanes en un segmento para el olvido. Su orquesta utiliza el marketing a todo vapor. Él lo sabe. Detrás de su look y sus espejuelos esconde su negocio.
Así se fue el Festival Viva la Salsa. Nos quedamos con la entrega de los artistas pese a ciertas dificultades técnicas. La peruana orquesta Mambelé merece un gran aplauso. Compartimos el enojo de Willy Rivera por el poco tiempo de los artistas locales en tarima y apoyamos la frase de Laura Mau: «La salsa es cultura». La orquesta chalaca Zaperoko se lució con sus uniformes. La cerveza pudo estar más barata y no a 15 o 20 soles la botella personal. Pero negocio es negocio. Ojalá que esto último no haya sido el origen de los problemas técnicos de sonido, el enfado de Eddie Palmieri con su piano y la larga espera por la Sonora Ponceña.
No sabemos si Herman Olivera llegó a encontrar su bufanda. Lo que sí nos quedó claro es el profundo cariño que le tiene al legendario Edwin ‘Caneca’ Rosas a quien le dio un beso y abrazo antes de abandonar la tarima. Escena sublime como toda la participación de la orquesta emblema de Ponce. Papo Lucca estuvo muy enganchado con su público. ¡Yamba, yambequé!
Unos muchachos de Colombia se quedaron con las ganas de ver a Renzo Padilla y Antonio Cartagena anunciados inicialmente en la promoción del festival. Ellos compraron sus boletos con anticipación y sintieron cierta desazón con este viaje a Lima. Parece que esta probabilidad de visitantes del exterior no fue prevista por los empresarios. ¿Ganó la salsa con el festival? Nosotros nos quedamos con muchas dudas.
Fuente: SalserisimoPerú
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