Marcan un tiempo especial en la trayectoria de 50 años del cantautor Rubén Blades, quien dará un concierto este mes en el Coliseo de Puerto Rico.
Cuando Rubén Blades irrumpió en grande en la escena salsera de 1975, de la mano de dos figuras legendarias -Ray Barretto y Willie Colón, con cuyas orquestas grabó el disco “Barretto” y la canción “El cazanguero”, respectivamente- el público obtuvo las primeras señales de que un nuevo cantante importante se había unido a las filas de Fania Records, el sello que hizo famosa a la salsa en el mundo.
Lo que probablemente nadie imaginó fue que, además, estábamos atestiguando el surgimiento de uno de los máximos compositores en el idioma español, independientemente de género. Uno de esos raros orfebres de la palabra y la melodía capaces de producir temas que no pierden vigencia con el paso del tiempo. Sus personajes, desde Pablo Pueblo hasta Adán García, cobraron vida propia hace rato y pululan por ahí, en las mentes y corazones de incontables personas.
¿Por qué funcionan tan bien estas canciones? Porque retratan con honestidad vivencias que no mueren, las del hombre y la mujer de barrio, en un idioma sencillo bajo el cual palpita una filosofía de vida. Algunas de ellas, de hecho, muestran un sentido narrativo tan bien logrado que han motivado los elogios de escritores como Gabriel García Márquez y Guillermo Cabrera Infante. Y porque están bendecidas con el don de la melodía y los coros memorables, algo que todo buen salsero aprecia. Varias, además, incluyen innovaciones musicales que señalan el interés de Blades por rodearse de formatos que rompen los esquemas tradicionales.
Su carrera musical está repleta de curiosidades. Nunca ha grabado (hasta la fecha) algunas de sus composiciones más agradables, que entregó a otros, como, por ejemplo, “Guaguancó triste” (Ricardo Ray y Bobby Cruz), “Las esquinas son” (Ismael Miranda) o “Tambó” (Pete “El Conde” Rodríguez). Hizo un álbum completo en inglés, “Nothing But The Truth”, del que quizás muchos no se acuerdan, aunque cuenta con la participación de estrellas como Lou Reed y Elvis Costello.
Sus abundantes colaboraciones con otros músicos y orquestas merecerían una historia aparte y demuestran su flexibilidad para adaptarse a diversos contextos. En esta lista podríamos incluir a Calle 13, Luis “Perico” Ortiz, Bobby Valentín, Gilberto Santarrosa, Robi “Draco” Rosa, Juan Luis Guerra, Maná, Bernie Williams, Derek Trucks Band, Pedrito Martínez, Danilo Pérez y, más recientemente, Chick Corea y la Lincoln Center Jazz Orchestra liderada por Wynton Marsalis. Las muertes de Paco de Lucía y Catalino “Tite” Curet Alonso frustraron la grabación de sendos proyectos en conjunto que hubieran sido joyas musicales.
Cuatro de los álbumes que ha producido este siglo dan cuenta de la variedad de sus enfoques: “Cantares del subdesarrollo”, una colección de “demos” maravillosa en su sencillez y en la que además de cantar toca el tres, el bongó y la campana; “Tangos”, en el que recrea en ese estilo varias de sus canciones más conocidas; “Medoro Madera”, en el que interpreta, cambiando la voz, a un viejo sonero cubano inventado por él; y “Paraíso Road Gang”, estrenado hace unos meses, en el que da rienda suelta a su “mixtura”, interpretando rock, reggae y música “disco”, a la vez que cede el protagonismo ocasionalmente a otros cantantes.
En este último disco Blades ha vuelto a cantar en inglés, lo que también hace en sus grabaciones con Wynton Marsalis y Chick Corea, en lo que ha representado su incursión en el mundo del jazz. Con 71 años cumplidos y habiendo recibido reconocimiento mundial, el panameño –e hijo adoptivo de Borinquen- no tiene por qué ponerse límites a sí mismo.
Para esta lista fueron seleccionados en orden cronológico 21 temas que tienen un significado especial en la trayectoria de Rubén Blades, por lo que fueron revelando de él como artista y compositor, por su calidad, su arraigo o sus innovaciones musicales. La idea no fue elegir los más famosos, sino los más trascendentes. Cada una de estas canciones incluye una aportación específica del genio creativo del cantautor.
Por ende, habrá quien cuestione por qué no se incluyeron canciones tan felices como “María Lionza”, “La mora”, “Noé”, “El telefonito”, “Decisiones”, “Tiburón”, “Caminos verdes”, “Prohibido olvidar” y otras que deleitan a salseros de todo el planeta. Aunque ciertamente en toda selección existe un elemento subyacente de subjetividad, se intentó seguir rigurosamente los criterios mencionados en el párrafo anterior.
– “Juan González” (del disco “De Panamá a Nueva York”, con la orquesta de Pete Rodríguez, 1970) – Su primer gran tema, grabado dos años después de su mudanza a los Estados Unidos, pasó sin pena ni gloria, pero dio cuenta de inmediato de sus inclinaciones políticas: según algunos críticos, es un homenaje al guerrillero Ernesto “Che” Guevara.
– “Canto Abacuá” (del disco “Barretto”, con la orquesta de Ray Barretto, 1975) – Este tributo a una secta religiosa cubana situó a Blades como una figura importante de la “salsa clásica”, capaz de competir de tú a tú con cualquiera de los grandes soneros de la Fania. La introducción de percusión, así como los solos de piano eléctrico y flauta, le dan un toque vanguardista a la interpretación.
– “Juan Pachanga” (de “Rhythm Machine”, con la Fania All Stars, 1977) – El primero de los “grandes personajes” de su creación, hoy conocidos mundialmente. El tema fue también la punta de lanza del disco con el cual la Fania intentó lograr el “crossover”, buscando una mayor tajada del entonces pujante mercado del disco estadounidense.
– “Pablo Pueblo” (de “Metiendo mano”, con la orquesta de Willie Colón, 1977) – La canción que identificó para siempre a Blades con el sentir del pueblo. Un genuino poema que contiene una de las líneas más memorables en toda la historia de la salsa: “su paso no lleva prisa/su sombra nunca lo alcanza”. “Metiendo mano” fue, además, el primer disco completo de Blades con Willie Colón, quien se separó aquí de su cantante de siempre, el mítico Héctor Lavoe.
– “Pedro Navaja” (de “Siembra”, con la orquesta de Willie Colón, 1978) – El tema más famoso de Blades y uno de sus grandes “microcuentos”. A estas alturas de la vida, ¿quién no sabe que la vida te da sorpresas?
– “Plástico” (de “Siembra”, con la orquesta de Willie Colón, 1978) – Una importante reafirmación de la cultura hispana en los Estados Unidos, en los momentos en que “la travoltada” hacía furor, con el estreno de la película “Saturday Night Fever”, protagonizada por John Travolta. El pase de lista de los países latinoamericanos con el que cierra la canción es uno de sus momentos más memorables.
– “Sin tu cariño” (de “Spanish Fever”, con la Fania All Stars, 1978) – El cantautor reveló aquí su lado romántico y juguetón, dejando de lado momentáneamente sus preocupaciones políticas y sociales.
– “Paula C” (de “Louie Ramírez y sus amigos”, con la orquesta de Louie Ramírez, 1978) – Otro de los grandes temas románticos, en el que Blades manifiesta la pena por la pérdida de un amor. Musicalmente, incluye la innovación de que el soporte melódico de la pieza es fundamentalmente a base de violines, sin las secciones de vientos comúnmente usadas en la salsa (con excepción del solo de trompeta al final de la pieza).
– “Maestra vida” (del álbum del mismo nombre, 1980) – Una de las composiciones más emblemáticas del panameño, eje central de un “docudrama” que relata las vidasde un grupo de amigos de barrio. A nivel poético, es también una de sus creaciones más logradas.
– “Ligia Elena” (de “Canciones del solar de los aburridos”, con la orquesta de Willie Colón (1981) – Otro de los “grandes personajes” de Blades, en una de sus canciones más populares, que es una denuncia directa del racismo y la hipocresía social.
– “El padre Antonio y el monaguillo Andrés” (de “Buscando América”, junto a Seis del Solar, 1984) – Nuevamente, Blades vuelve a utilizar un personaje específico (en este caso basado en hechos de la vida real) para denunciar una situación social, en este caso, el asesinato como arma política y las guerras civiles que han asolado a Latinoamérica.
– “Sorpresas” (de “Escenas”, junto a Seis del Solar, 1985) – La segunda parte de “Pedro Navaja” puede que no sea tan famosa como la primera, pero es uno de los “microcuentos” más poderosos del panameño.
– “El cantante” (de “Doble filo”, 1986) – Ocho años después de que Héctor Lavoe consagrara este tema, Blades –su autor- hizo su propia versión en un disco relativamente poco conocido. En 2018 lo volvió a grabar junto con la Lincoln Center Jazz Orchestra.
– “Ojos de perro azul” (de “Agua de Luna”, junto a Seis del Solar, 1987) – Posiblemente la canción más memorable del disco que Blades hizo a base de los textos literarios de García Márquez.
– “Patria” (de “Antecedente”, junto a Son del Solar, 1988) – Una de las más hermosas y sentidas composiciones del cantautor, reafirmación de sus raíces panameñas y latinoamericanas.
– “Amor y control” (del álbum del mismo nombre, 1992) – Un genuino “hit” popular, de esas canciones que nunca pegó en la radio (en los tiempos en que la radio era esencial para el éxito o fracaso de una canción) pero todo el mundo la sabe.
– “La rosa de los vientos” (del disco del mismo nombre, 1996) – Aunque no es una composición suya, sino de Rómulo Castro, se incluye en esta lista porque es el tema emblemático del primer álbum de Blades producido íntegramente en Panamá, como evidencia de la calidad de los músicos de su tierra natal.
– “Tú y mi ciudad” (de “Tiempos”, 1999) – La canción más hermosa, tal vez, del disco más personal y melancólico del panameño. Grabada con el grupo Editus, incluye dos innovaciones: su ritmo de chacarera y su instrumentación de violín, viola, guitarra y percusión.
– “Primogenio” (de “Mundos”, 2002) – Blades amplió aquí tanto sus inquietudes temáticas como la instrumentación que utiliza. La canción trata sobre el origen de la raza humana en el continente africano, mientras que el sonido de las gaitas (usadas por primera vez en una canción de salsa) ejerce un impacto sin igual.
– “La Perla” (coautor; del disco “Los de atrás vienen conmigo”, con Calle 13 y La Chilinga, 2008) – El panameño se estrenó aquí como “rapero”, con una participación entrañable que une a los barrios de Panamá y Puerto Rico. Curiosamente, Blades participó como corista –junto a Héctor Lavoe, Adalberto Santiago y Néstor Sánchez- en el otro tema archifamoso que lleva el mismo nombre, grabado por Ismael Rivera en su disco “Esto sí es lo mío” (1978).
– “Antidote” (coautor; del álbum del mismo nombre, con Chick Corea Spanish Heart Band, 2019) – Un jubiloso himno a la hermandad y la paz, grabado con la nueva y magnífica banda multicultural de Corea. La entrada en grande de Rubén Blades al jazz latino.
Fuente: ElNuevoDia
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