Es una de las voces de la salsa de Venezuela con más proyección. Su CD ‘Mi promesa’, editado en el 2015, aún genera buenos comentarios. Hoy se prepara para lanzar su segunda producción.
Gonzalo Martínez no oculta su orgullo cuando habla de su barrio Marín en San Agustín del Sur, en Caracas. El lugar es una de las cunas salseras en la capital de Venezuela. Literalmente, muchos músicos y orquestas se han bautizado allí. Nos cuenta que creció al lado de Luisito Quintero, el famoso percusionista. Nos cuenta que Marín fue testigo de muchas alegrías y, cómo no, de tristezas que a veces son difíciles de superar: hasta hoy se comenta la tragedia del Grupo Madera en el río Orinoco, allá por 1980.
En ese contexto es que Gonzalo reafirma su cariño por su barrio. Por eso, cuando salió su primera producción como solista la tituló ‘Mi promesa’. Fue como un respeto a los que creyeron en él, a su madre, a su hermano Pablo Martínez, que es compositor. Pero, además, era como salirse del puesto corista que lo había acompañado muchos años. Que, por cierto, es de gran responsabilidad en una orquesta. Sin embargo, había la necesidad, se lo pedía su entorno, de que grabara algo propio.
El cantante nos confiesa que le puso mucha ilusión. El hecho de contar con la producción de Irving Manuel, la inspiración de Cheo Linares o los arreglos del maestro Louis García y Joel Uriola no eran poca cosa. Con el puertorriqueño Louis García hizo amistad en las tantas visitas que hizo el maestro a Venezuela junto a Cheo Feliciano. Cuando Gonzalo cuenta las cosas que le pasaron, lo que la vida le ha dado, derrocha humildad y hasta se le quiebra la voz.
El cantante no olvida a su trabajo para ‘Son Marín’ o las grabaciones y presentaciones con la orquesta de Manuel Guerra. Desde mediados de los años 80’ hasta el primer lustro de los 90’, el hombre fue puro aprendizaje. Había que afinar el talento, llevar las vivencias del barrio a la clave sonera. El roce internacional llegaría más adelante con la orquesta de India. “Gracias a Luisito Quintero me pude enrolar a la agrupación de esta gran cantante y trabajé cuatro años con ella. Fui parte de su producción ‘Mi alma y corazón’ –año 2002– donde hice coros en temas como ‘Razones tengo’, ‘El anillo’ y ‘Soy mujer’. Fue una gran satisfacción. Alterné con Néstor Sánchez, Josué Rosado y Wichi Camacho…”.
¿Te dijo algo en especial Néstor Sánchez?
La verdad, yo ni sabía que él iría. Cuando llegué (al estudio) y lo veo sentado… wow, qué sorpresa. Es que yo soy su admirador de toda la vida. Para mí fue brutal. En ese momento, me contó que tenía pendiente venir a Venezuela. También me dijo que él solo podía cantar en lugares abiertos, pues en sitios cerrados la gente fumaba mucho y eso le afectaba la salud. De hecho, ya lo vi un poco malito.
¿Qué significó para ti llegar, vivir y trabajar en Nueva York?
Pues fue la impresión que se puede llevar cualquier chamito que ha crecido mirando las películas de esa gran ciudad. Pero, además, el ambiente musical que uno se ha hecho en la cabeza. Y de pronto que la vida te permita compartir con India o con Isidro Infante. También con Celia Cruz o Tito Nieves y tantos artistas en los lugares nocturnos de la ciudad. Eso para mí fue todo un aprendizaje.
Tu disco ‘Mi Promesa’ no ha tenido tanta repercusión, pese a su gran calidad ¿Eso te desanima?
Para nada. Esto me da más fuerzas para continuar. Sabemos que estamos haciendo un trabajo con el alma, con el corazón, con un gran esfuerzo y todo el personal que trabajó y grabó en ese CD aportó su talento. Pero tú sabes, además, que esta es una batalla diaria. Y los buenos comentarios que tuvo ‘Mi promesa’ nos obligan a mantener esa línea y perfeccionar aún más el próximo proyecto.
Dentro de ‘Mi promesa’, el tema ‘Dónde están’ suena a reivindicación salsera. ¿Quién lo escribió y qué sientes cuando lo cantas?
Sí, en esta canción hay una suma de varias cosas. En mi barrio, nosotros nos levantábamos oyendo a La Mulenze, a la Sonora Ponceña. Éramos unos chamos y ya admirábamos a Orlando Watussi y a Rodrigo Mendoza. Para mí es un honor haber podido grabar este tema escrito por mi compadre Cheo Linares. Intento que sea un aporte a nuestra cultura salsera y una reflexión para que la salsa retome el lugar que tuvo. Yo sé que hay gente que añora la salsa brava, la salsa de la mata. Así que ese es mi humilde homenaje.
¿Qué planes inmediatos tienes?
Estoy trabajando el proyecto Calle Salsa junto a unos amigos del barrio. Todavía no está el disco completo pero ya tenemos un sencillo sonando y se llama ‘Amor de feos’. En paralelo estoy viendo un segundo disco personal y también un disco de boleros. En realidad, hay varios temas listos, pero estamos en plena etapa de decidir qué va y que no.
¿Cuánto afecta la situación tan compleja que vive Venezuela?
Bueno, aquí hay que enfrentar las cosas con gran paciencia, con gran sabiduría y no caer en los extremos. Tenemos pies de plomo porque las cosas realmente han estado bastante lentas. Ha bajado mucho el ritmo de trabajo para los músicos. A los compañeros que precisan de mis servicios les grabo coros. Hacemos intercambios y esa es la manera que estamos trabajando por acá. El proceso inflacionario que vive el país complica las cosas. Gracias a Dios, en lo personal, hay unos proyectos para realizar en actividades privadas. Eso me ha permitido y me permite estar activo, aunque no al ritmo que quisiéramos.
Gonzalo, el intérprete de ‘Dónde están’, nos cuenta ahora que tiene dos hijos. La mayor vive en Barcelona, España. Y Luis Martínez vive con él en Caracas. Confía en que la música convivirá con ellos por buen tiempo más y capaz un día se cae de visita al Perú. “Allá en Lima tengo un hijo mío que se llama Fredemar Franco. No es de sangre, pero es parte de esa familia que te da la vida”. El cantante es optimista. Sigue mentalizado en terminar su disco este 2019. También aguarda con gran paciencia oportunidades en el exterior. Su registro vocal calza en la salsa brava y en la romántica. Su barrio de Marín sigue siendo fiel testigo de sus andanzas musicales. Venezuela, con sus dificultades, también.
Fuente: SalserisimoPerú
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